Por Salvador Castañeda O´connor.........

El Constituyente de Querétaro, elevó a rango constitucional el derecho de huelga de los trabajadores y con ello cambió el carácter del antiguo Derecho Liberal, según el cual los contratos celebrados entre particulares, para ser validos, deben expresar la libre voluntad de las partes. En adelante los trabajadores podían obligar a los patrones, mediante la suspensión de labores -que implica la huelga- a aceptar sus condiciones en los contratos colectivos e individuales de trabajo.

La idea era proteger a la  parte más débil de la relación contractual, que son los trabajadores, que se ven obligados por hambre, ya que no disponen de los medios e instrumentos de la producción económica, a vender su fuerza de trabajo al patrón en las condiciones que éste les imponga.

La Revolución trasformó lo que era un delito contra la libertad de comercio e industria en los tiempos de Porfirio Díaz, en un derecho supremo de la clase trabajadora. Hoy, en el marco de los festejos del Centenario de la Revolución Mexicana, la coalición criminal de funcionarios públicos que encabeza Felipe Calderón, ha decidido revertir esa conquista histórica del proletariado para volver hacer de la huelga un delito que se castiga con el desalojo violento de los trabajadores de sus centros de trabajo, con el desempleo e inclusive con la muerte.

Aun no cierran las heridas de los electricistas ni cesan los efectos perniciosos del golpe de Estado cometido en agravio del SME, de los trabajadores y del pueblo, cuando el Segundo Tribunal Colegiado de Circuito de la ciudad de México negó el amparo a los mineros de Cananea -que mantienen por más de dos años una huelga en aquella histórica mina- que promovieron en contra de un laudo de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje, que dio por terminadas las relaciones colectivas e individuales de trabajo entre Industrial Minera México, propietaria de la mina, y los huelguistas.

El paso siguiente será el desalojo violento de los mineros, la agresión, los golpes, el encarcelamiento y la muerte de aquéllos por parte de la fuerza pública que comanda esta coalición criminal de funcionarios.

Es muy probable que la mayor parte de los 9 mil soldados que fueron a Chihuahua a proteger a Calderón de las victimas de Ciudad Juárez, se desplace a Cananea a reprimir a los mineros.

El asesinato de trabajadores es la forma acostumbrada por aquella empresa, a quien Salinas regaló las principales minas del país, para resolver los conflictos laborales en que se ve involucrada, lo mismo que para incrementar sus ganancias, al negarse a pagar los costos para mantener las condiciones mínimas de seguridad e higiene de sus minas, como sucedió en Pasta de Conchos.

A partir de Miguel Alemán el derecho de huelga ha venido siendo  conculcado por el poder público con formas cada vez más audaces y cínicas.

A pesar de que el artículo 123 constitucional sólo distingue entre huelgas lícitas e ilícitas, las juntas de conciliación y arbitraje acuden con frecuencia al expediente, declarando con cualquier pretexto una huelga inexistente y ordenar a los huelguistas que regresen a sus labores en un plazo de 24 horas, so pena de dar por terminadas las relaciones laborales con el patrón, es decir de quedar despedidos sin ninguna indemnización.

Cuando por alguna razón no puede declararse inexistente una huelga, el gobierno decreta la requisa de la empresa en cuestión, interviniéndola y obligando a sus trabajadores a regresar a sus labores, en caso de que el personal que proporciona el gobierno sea insuficiente. Aun cuando formalmente se respete hasta su terminación el estado de huelga, como lo he expresado en anteriores ocasiones, nadie puede interferir el ejercicio de una huelga lícita sin riesgo de alterar el orden constitucional.

Una huelga donde no se suspenden las labores, no es huelga. Una huelga en la que se obligue autoritariamente a los huelguistas a continuar prestando sus servicios no es un derecho sino una pena, una sanción.

La requisa se estableció mediante la Ley de Vías Generales de Comunicación, en tiempos de la Segunda Guerra Mundial, para proteger a nuestras empresas transportistas y de comunicaciones de posibles sabotajes de agentes extranjeros o del enemigo, pero al término de la guerra la requisa se siguió aplicando, ya no en contra de supuestos provocadores nazis, sino en contra de los derechos de la clase obrera.

Durante el gobierno de Miguel de la Madrid se puso fin a una huelga y se atentó contra la vida de un sindicato independiente y combativo: el SUTIN, decretando legislativamente la desaparición de la empresa del sector público URAMEX.

En el caso de la huelga de los mineros de Cananea, el gobierno no puede decretar la desaparición de Minera México, porque se trata de una empresa privada y principalmente porque Gómez Mont, Secretario de Gobernación y otros miembros distinguidos de la coalición criminal de funcionarios públicos, son socios de dicha empresa.

Todos los intentos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje por decretar la inexistencia de la huelga de Cananea han sido anulados por los amparos concedidos a los huelguistas por diversos jueces de distrito que no son parte de la criminal coalición de funcionarios.

Tampoco ha podido el gobierno federal decretar la requisa, porque en el caso se trata de una empresa que no tiene que ver con la comunicación ni el transporte.

Ante semejantes dificultades, las autoridades del trabajo han acudido a una monstruosidad jurídica que atenta no sólo contra la huelga de Cananea sino contra todas las huelgas que en el futuro emplacen los trabajadores del país: la tesis de que las huelgas y sus consecuencias son “causas de fuerza mayor” que legalmente dan origen a la terminación de las relaciones de trabajo, sin que los huelguistas tengan siquiera el plazo que se les concede para reanudar sus labores en el caso de la declaración de inexistencia. 

Esta es la triste historia de cómo un gánster, el Secretario del Trabajo, ha abolido el derecho de huelga de los trabajadores y derogado una de las partes más importantes del orden público que los mexicanos nos dimos hace exactamente 100 años.

Desgraciadamente se corroboran las palabras que dije al compañero Martin Esparza, Secretario General del Sindicato Mexicano de Electricistas, hace unos días en Tepic:

En este país los golpes de Estado se producen cada 8 días, por esa razón no basta con eliminar a los golpistas; hay que destruir al sistema capitalista y enterrarlo boca abajo para que no se pueda salir, como bien lo dice el Subcomandante Marcos”.

Estamos obligados a manifestar nuestra solidaridad con los mineros de Cananea, por la defensa de sus vidas y su libertad, de su organización sindical y su contrato colectivo de trabajo. Por la cancelación de la concesión minera al patrón Grupo México para el oro y el cobre lo saquen para su provecho los trabajadores mineros. Que muera el mal gobierno.

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