martes, 7 de octubre de 2008

Columna Por un Momento


CARSTENS Y EL DECLIVE ECONOMICO


Hacienda y Crédito Público Maneja a su Arbitrio los Precios de Insumos en Bienes y Servicios, y Recarga Todo el Peso de la Inflación Galopante en los Consumidores


Por: Alfonso Fernández de Córdova M.


En materia de Comunicación Social, hay un capítulo estudiado por los profesionales del ramo denominado “desinformación” o “distractores” diversos cuyo rasgo característico es distraer la atención de la opinión pública con noticias triviales, intrascendentes, engañosas, inclusive dar vuelo a rumores infundados, exóticos, “bombardear” mañana, tarde y noche con otras notas, para ocultar la realidad de un problema mayúsculo. En esta forma las fuentes de información distraen a la colectividad para que no proteste, no se alarme ni asome el pánico.


En el caso de la economía mexicana, misma que en este espacio hemos comentado y sostenido que va mal, muy mal, y para que no se note los medios de comunicación enfocaron las baterías hacia otras trivialidades de notas rojas, a excepción de los sucesos de la fatídica noche del 15 de septiembre, en Morelia, Michoacán, extraña combinación de terrorismo y enfrentamiento de bandas del narcotráfico; posteriormente, el desplome de la economía norteamericana iniciado -hace meses- con el escándalo inmobiliario, los elevados precios del petróleo, el paulatino debilitamiento del dólar frente a monedas europeas y asiáticas, la mega quiebra del sistema financiero estadounidense rubricado con la caída estrepitosa de las bolsas de valores en países de los cinco continentes, el “lunes negro” del 15 de septiembre de 2008. Noticias éstas de mucho peso informativo por su trascendencia a escalas nacional e internacional.


Es lamentable que entre las noticias dolosas figuraran las emitidas por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y el Banco de México, al informar que “la economía mexicana va bien” y “está blindada ante los desajustes de otras economías”. El colmo fue enviar el proyecto de Presupuesto de Egresos y Ley de Ingresos para 2009, a estudio de las comisiones de Hacienda y Cuenta Pública de la Cámara de Diputados, basado en un ingreso de divisas petroleras de 80 dólares el barril, cuando las cotizaciones internacionales del crudo iniciaron su descenso desde 147 dólares, máxima cotización en julio, a 90 dólares por barril, promedio, al 6 de octubre del corriente. Días después reconocieron errores y declararon que el efecto “econogringo” sí repercutiría en la economía mexicana, a través de la disminución en remesas de los inmigrantes y de las exportaciones. Eso es elemental, de párvulos.


La situación no para ahí, puesto que en los últimos dos trimestres, la economía de Estados Unidos entró en recesión total, con una pérdida de medio millón de empleos, lo que refleja la disminución de las remesas de dólares de los inmigrantes, aunado a las deportaciones de paisanos, bajas de las exportaciones y del turismo.


El rejuego de la Casa Blanca, el Tesoro, la Reserva Federal y el Congreso con la propuesta Bush, en una especie de rescate financiero, tuvo en jaque a los inversionistas y los mercados al no ser aprobada la propuesta de destinar 700 mil millones de dólares a fortalecer el sistema financiero. Pese a la quiebra de Lehman Brothers, cuarto banco de inversiones más importante en Wall Street, la situación se amortiguó con la rápida compra de la financiera Merril Lynch hecha por Bank of América, por 44 mil millones de dólares. Tres días de tensa discusión entre republicanos divididos y los demócratas, quienes mostraron más habilidad política y económica, culminaron con la aprobación de una partida de 250 mil millones de dólares, que aún no fluye, y el resto de los 450 mil millones quedaron atados a los condicionamientos o candados puestos por el Congreso.


“Esto ejemplifica que en Estados Unidos hay una crisis económica severa, que tocará fondo sin precedente en los próximos meses, que sin lugar a dudas tendrá un efecto en el entorno externo que influirá en el desempeño de nuestra economía y esto impedirá crecer a un ritmo superior al cuatro por ciento anual y los efectos negativos golpearán más fuerte en el 2009”, dijo Agustín Carstens, secretario de Hacienda y Crédito Público, al comparecer en la Cámara de Diputados, el 17 de septiembre, donde sugirió a los legisladores prudencia al fijar el precio base del petróleo mexicano, “para evitar ajustes (léase recortes) al gasto público el año próximo”.


Sin embargo, en el paquete de presupuesto enviado a los legisladores, Hacienda propone elevar el pago de cuotas por derechos a servicios bancarios y financieros, al turismo en cruceros que arriban a territorio mexicano y al sector farmacéutico por registros sanitarios.


REALIDAD IMPOSITIVA LESIONA A CONSUMIDORES


Sin embargo, Carstens recibió una acerba crítica porque Hacienda no logra aumentar la base de recaudación o de mayor número de contribuyentes, misma que descansa en los ya cautivos con nuevos impuestos que detienen el crecimiento de las empresas, como es el Impuesto Empresarial a Tasa Única (IETU), del cual hay más de 32 mil empresas amparadas y pendientes de resolución, así como del Impuesto a Depósitos en Efectivo (IDE) que aplica una tasa de 2 por ciento a depósitos de más de 25 mil pesos en efectivo, al mes, por contribuyente. Por esta carga impositiva están en trámite más de mil amparos ante la justicia fiscal. De antemano, Hacienda ya prevé la reducción en la captación de dichos impuestos en 2009.


Claro, pues dichos impuestos precipitan el cierre de centros de producción y de empleo, ante la presencia de un círculo vicioso: la economía nacional recesiva frena la inversión, a falta de incentivos en los mercados, ésta a su vez retrae la apertura de fuentes de trabajo e ingresos, entre ellos para el fisco, al tiempo que alienta el desempleo.


Los legisladores señalaron que las políticas públicas, hacendaría y fiscal, no han tenido éxito y sí, a cambio, se ensañan contra los ciudadanos contribuyentes cautivos, físicos y morales, y trabajadores en general. ¡Pruebas! Pidió la prensa a legisladores concurrentes a dicha comparecencia. “Ahí están clarísimas. Ahí les va”, dijeron.


El golpe de Hacienda a los consumidores se da por partida doble. Primero, brinda manga ancha o carta abierta a la banca extranjera para promover el otorgamiento indiscriminado del dinero de plástico, hace que el poseedor de una o varias tarjetas se endeude y luego abusa al aplicar altas tasas de interés a las tarjetas de plástico y en comisiones por servicios bancarios. El resultado en el primer semestre fue una cartera vencida de más de 45 mil millones de pesos, debido al uso de tarjetas para abastecer las despensas en tiendas de autoservicio; ropa y calzado, en tiendas departamentales, y pago de mensualidades en distribuidoras de automóviles. Es decir, preferentemente para comer, los consumidores, en casa o en restaurantes, y por ello tienen que pagar hasta 45 por ciento de tasas de interés anualizadas por el uso de las tarjetas, según el banco.


Por si fuera poco, la banca amenaza con sanciones penales a los cuenta habientes morosos a través de despachos jurídicos encargados de la cobranza. Acto éste último que mereció la intervención de una comisión de diputados para evitar hechos improcedentes, “porque un moroso no es un defraudador” y, por tanto, no procede la sanción penal, mucho menos cuando el retraso en los pagos mínimos mensuales se deben a la pérdida del empleo y a la retracción económica del país. Lo que procede es un arreglo o reestructura del saldo en forma administrativa, por escrito y directamente con la institución bancaria. La cuestión es que esto ocurre a sabiendas y paciencia de las autoridades hacendarías.


El otro golpe asestado al consumidor directamente por Hacienda es a través del consumo diario de gasolinas y diesel, así como del gas doméstico e industrial. El objetivo es homologar los precios de los hidrocarburos de México con los de Estados Unidos, pero el señor Agustín Carstens olvida o pretende ignorar que los mexicanos no cobran sus salarios ni sueldos en dólares ni tienen los mismos niveles de vida ni de costos que tienen los ciudadanos norteamericanos. En cada país las realidades económicas son distintas y, en última instancia, con los excedentes de precios del petróleo deberían compensar los costos de los carburantes mexicanos. Mientras el Gobierno Federal no informe con transparencia el destino que se da a las divisas petroleras no habrá confianza ni convencimiento entre los ciudadanos.

No tiene calificativo el acto autoritario del titular de Hacienda de imponer los ajustes a los precios de las gasolinas cada semana, a partir de septiembre pasado, en lugar de cada mes como se hizo a partir de enero del presente año, a razón de dos centavos de incremento.


Hubo anarquía en los aumentos y hasta originaron protestas en la red de concesionarios de gasolineras y productores agrícolas, pues Hacienda no los notificó oportuna y oficialmente. El desorden inflacionario fue provocado al aumentar dos, cuatro y hasta seis centavos por litro de la Magna, Premium y diesel, respectivamente. En lo que va del año 2008 se registraron veinte alzas a los combustibles, sin contar la turbosina para avión, cuyas elevaciones afectaron enormemente los costos de operación de las aerolíneas nacionales, mismas que también elevaron sus inconformidades.


En agosto, fueron varias alzas y sin regularidad, costó 7.33 pesos el litro de gasolina Magna, ahora a cinco semanas (5 de octubre) está a 7.44 pesos; la Premium pasó de 9.13 a 9.34 pesos y el diesel 6.58 pesos el litro. Se pretende que en 2009, la Magna cueste entre 8.50 y 9.00 pesos, la Premium 10.50 pesos y 10.20 el litro de diesel.


En virtud de que los precios de los hidrocarburos marcan la pauta en los costos de la industria, el comercio y los servicios por su incidencia en los procesos productivos y en los transportes públicos y privados, así como en la actividad económica general, constituyen un factor inflacionario, de ahí que hemos entrado de lleno a la inflación galopante, porque empujan a variar los costos en toda organización productiva, comercial y de servicios, por lo que habría que darle las gracias al señor Carstens de regresarnos a la década de los ochentas.

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